miércoles, 17 de agosto de 2016

Muerte en el templo de Pashupatinath

Eran las 4 de la tarde. el templo de Pashupatinath estaba en plena ebullición de devotos, peregrinos, turistas y curiosos.


Parbita, Ama de la familia Gurung, yacía encima de una camilla hecha de cañas de bambú y cubierta por una especie de sudario naranja y con la cara descubierta, a orillas del rio Bagmati, rio que discurre por la parte derecha de la destartalada Katmandú y cruza el templo partiéndolo por la mitad. la cola para ofrecerle los últimos tributos empezaba a ser considerable.



Parbita hacía 3 días que había fallecido en su casa de Bakthapur, rodeada de todos sus seres queridos. ya era muy mayor y sabían todos que la muerte le estaba al llegar. como todos los Hindus, la familia Gurung creía en la reencarnación. así que después de su muerte, el alma de Parbita se iba a desprender del cuerpo para reencarnarse en otro ser vivo. la muerte pues, no era su destino final. la vida iba a continuar para Parbita. 
Apenas falleció, la familia cerro los ojos y la boca de Parbita y enderezó sus brazos. colocaron la lámpara a base de aceite cerca del cuerpo para alumbrarlo durante los 3 días consecutivos antes de su cremación.
pasado ese tiempo, el cuerpo fué llevado a hombros de los familiares hacia el recinto de Pashupatinath donde iba a tener lugar la cremación, con cuidado de mantener la dirección de los pies apuntando al sur, el camino de la muerte.
de uno en uno, cada uno de los familiares y allegados, bajaban las escaleras que les acercaban al rio donde estaba postrada la camilla, y con cuidado de no tocar en exceso el cuerpo, todos presentaban sus ofrendas en forma de agua bendecida del rio sagrado, joyas, dinero o flores, que se iban depositando de manera ordenada encima de Parbita.








En la parte alta de los aledaños del rio, en una pira, varios hombres estaban preparando ya las capas de leña donde iban a postrar la camilla con el cuerpo de Parbita. Su hijo mayor, Pasang Gurung, iba a ser el encargado, con una antorcha, de prenderle fuego. 



Mientras todo esto sucedía y el cuerpo de Parbita seguía recibiendo ofrendas y plegarias, unos niños, ajenos al ritual, se divertían bañándose y saltando al agua del rio Bagmati, como un contrapunto feliz e inocente a tan fúnebre evento. 







Y enfrente, al otro lado del rio, en las terrazas dispuestas como un anfiteatro, decenas de personas presenciando, como si de un espectáculo se tratara, la vida y la muerte en directo.




Por fin, el cuerpo de Parbita empezaba a ser devorado por la llamas. Llamas representando a Brahma, el creador. el fuego sagrado iba pues a liberar su alma.  
Cuando éste había ya consumido gran parte del cuerpo, los asistentes empezaron a retirarse. los niños también habían vuelto a sus casas y a penas quedaban  ya visitantes en el templo. Solo restaban sus hijos, algunos de los familiares mas directos y yo. 
Y justo cuando empezaba ya a oscurecer, los restos de Parbita en forma de cenizas y pequeños trozos de huesos que habían quedado sin consumir, fueron lanzados al rio. El mismo rio cuya agua en su día le dio la vida, ahora la liberaba de un cuerpo, para reencarnarla en otro. 




*la historia narrada en forma de relato corto es una ficción que documenta las fotos que tomé en una cremación en el templo de Pashupatinath, Katmandú.




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