lunes, 12 de marzo de 2018

Vallegrande, Territorio CHE


En 1966 el economista uruguayo Adolfo Mena González, ingresó a Bolivia a través del aeropuerto John F. Keneddy de la ciudad de El Alto y se registró en el Hotel Copacabana de La Paz.

Adolfo Mena era el Che Guevara que portaba una identidad falsa para entrar al país entonces gobernado por la dictadura militar del general René Barrientos y unirse al equipo de avanzada que lo esperaba para iniciar la lucha armada con el apoyo de los comunistas bolivianos.

En su libro Memorias necesarias (2017), Óscar 'Motete' Zamora le reclama a Fidel Castro que nadie le avisó al Partido Comunista de la intención del Che de venir a Bolivia a encabezar una revolución guerrillera.

El 7 de noviembre de 1966, día en que comienza su Diario de Bolivia, Ernesto Guevara a la cabeza de 47 combatientes, se instala en una zona montañosa y selvática ubicada cerca del río Ñancahuazú.

El grupo guerrillero estaba integrado por 16 cubanos, 26 bolivianos, 3 peruanos y 2 argentinos. En las filas había solo una mujer: Tania.

El general Barrientos solicitó la cooperación de Estados Unidos y organizó un sistema de inteligencia coordinado con otros países de la región para combatir la guerrilla.

La CIA envió agentes para capturar al Che y al resto de los combatientes y, junto con soldados bolivianos, organizaron emboscadas en el sudeste de Bolivia.

Las operaciones del Che Guevara y su grupo guerrillero en 1966 y 1967 tuvieron como epicentro una finca adquirida sobre el Río Ñancahuazú, un río de montaña temporario, afluente directo del Río Grande, ubicado en la zona sudeste de Bolivia, donde las últimas estribaciones de la Cordillera de los Andes se unen con las llanuras del Gran Chaco.

Se trata de una zona escasamente poblada, asiento de comunidades campesinas indígenas de origen guaraní.





A 11 meses de iniciada la guerra en Bolivia, en octubre de 1967, una tropa de 400 soldados, encabezados por el entonces capitán Gary Prado Salmón, persiguió a los revolucionarios por las sierras y gracias a la denuncia de algunos campesinos, ubicaron al Che en la quebrada de El Churo y lo capturaron.

"Lo llevaron preso a la localidad de La Higuera y esa misma noche llegaron en helicóptero un coronel boliviano y un agente cubano de la CIA que tomó fotos y pasó junto al Che sus últimas horas.
El de la CIA quería llevárselo a Panamá para interrogarlo, pero la mañana siguiente los mandos bolivianos recibieron una orden directa del presidente Barrientos para que mataran al Che. El sargento Mario Terán, que la víspera había visto morir a tres compañeros en la última batalla contra la guerrilla, disparó varias ráfagas de ametralladora al Che para simular que había muerto en combate", relata el periodista Ander Izaguirre en Potosí.
El 10 de octubre, un día después de su muerte, su cadáver fue expuesto en la lavandería del hospital de Vallegrande y sus manos fueron amputadas por orden de la CIA para que se comprobase la identidad de Guevara con sus huellas dactilares. En Vallegrande se había instalado el mando militar y en especial los rangers bolivianos y los agentes de la CIA que fueron enviados a la región para combatir la guerrilla de Ñancahuazú.

Allí se ha preservado el Hospital Nuestro Señor de Malta y su famosa lavandería, donde los cadáveres del Che Guevara y de algunos de sus hombres, fueron expuestos el público. Ese fue el lugar donde se tomaron las famosas fotos de Freddy Alborta que muestran al Che Guevara muerto con los ojos abiertos, cuya imagen recuerda a muchos la de Jesucristo









Los seguidores del Che lo cuestionan: ¿Hizo lo posible Fidel para salvarlo? Jon Lee Anderson es tajante: "Lo que montaron los cubanos allí fue una operación encubierta de un Estado en otro; cuando las cosas fueron mal, decidieron limitar los daños; y al final el Che se quedó solo".
Terán contó, en una entrevista dada a Paris Match en 1977, los últimos minutos de vida del Che:

"Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el coronel se puso furioso. Así es que fui. Ése fue el peor momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: «Usted ha venido a matarme». Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó: «¿Qué han dicho los otros?» Le respondí que no habían dicho nada y él contestó: «¡Eran unos valientes!» Yo no me atreví a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. «¡Póngase sereno —me dijo— y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!»Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto".






En julio de 1997, en una fosa común de Vallegrande, los restos de Ernesto Guevara fueron identificados por un equipo de científicos.

Por un decreto del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, los restos de Guevara y los otros guerrilleros cubanos serían repatriados después de su identificación para ser entregados personalmente a sus familiares.

Los restos del Che Guevara descansan en un mausoleo cubano de Santa Clara, lugar que se ha vuelto un punto de peregrinación para sus seguidores.




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